

El 2020 fue el año en que todo cambió para muchas personas—y yo fui una de ellas.
Fue un año de pausa, de volver a uno mismo. Para mí, fue un momento de reconexión con una parte que había dejado de lado por mucho tiempo: mi lado artístico. Esa chispa valiente y creativa que siempre había vivido dentro de mí, por fin tuvo espacio para hablar.
No mucho después, me mudé a un pequeño pueblo costero llamado Sayulita, en Nayarit, México. En ese momento no lo sabía, pero ese lugar me guiaría hacia una vida completamente nueva — una vida llena de creación, conexión y belleza silenciosa. Conocí a tantas personas que, sin saberlo, me ayudaron a trazar el camino que hoy recorro.
Una de ellas fue Kate, a quien con cariño llamo mi hada madrina. Se convirtió en una de mis mejores amigas y parte de mi familia elegida. Fue en la primavera de 2022. Yo estaba atravesando un momento difícil, y ella me invitó a su estudio, a crear algo— una pieza solo para mí. Me presentó el arte de la joyería en plata, y todo cambió.
Hice mi primer collar con ella. Y me atrapó por completo. Había algo mágico —casi alquímico— en el proceso. En tomar plata, fundirla con fuego (un elemento con el que siempre he sentido una conexión profunda) y darle forma, poco a poco, hasta convertirla en algo completo. Fuego, metal e intención uniéndose para crear algo hermoso.


Empecé a ayudar a Kate con sus colecciones casi de inmediato, aprendiendo muchísimo en el proceso: haciendo, observando y sintiendo. Con el tiempo, comencé a buscar mis propias piedras, y eso me llevó de vuelta a mi infancia.
Fue algo mágico, nunca olvidaré esa sensación. Desde el momento en que sostuve esos minerales en mis manos y comencé a diseñar mis primeras creaciones, algo hizo clic. Como un recuerdo olvidado que vuelve a casa.
Cuando era niña, solíamos visitar a mi abuela en Arizona casi todos los fines de semana. Esa tierra desértica está llena de minas y minerales, y siempre les rogaba a mis padres que me compraran una bolsita de terciopelo llena de piedras en nuestra parada habitual.
Algunas partes de nosotros están
destinadas a hablarse,
sentirse y ser conocidas.
Iba directo a ver a mi abuela para mostrarle mis nuevos hallazgos, y a cambio, ella me mostraba sus hermosas joyas. Ese tranquilo ritual de intercambio —piedras e historias— nunca me abandonó.
Mystic Gypsy nació de este viaje. No es solo un negocio, es una forma de honrar todo lo que he aprendido a través del fuego, la tierra y el océano. Una forma de devolver algo del asombro, la sanación y la vitalidad que he tenido la suerte de experimentar.

Empecé a ayudar a Kate con sus colecciones casi de inmediato, aprendiendo muchísimo en el proceso: haciendo, observando y sintiendo. Con el tiempo, comencé a buscar mis propias piedras—eso me llevó de vuelta a la infancia.
Fue algo mágico. Nunca olvidare esa sensación. Desde el momento en que sostuve esos minerales en mis manos y comencé a diseñar mis primeras creaciones, algo hizo clic. Como un recuerdo olvidado que vuelve a casa.
Cuando era niña, solíamos visitar a mi abuela en Arizona casi todos los fines de semana. Esa tierra desértica está llena de minas y minerales, y yo siempre le rogaba a mis padres que me compraran una pequeña bolsita de terciopelo llena de piedras en nuestra parada habitual.
Yo corría directo hacia mi abuela para mostrarle mis nuevos tesoros—a cambio, ella me mostraba sus hermosas joyas. Ese ritual silencioso de intercambio —piedras e historias— nunca me abandonó.
Hay partes de nosotros que nacieron para expresarse, Sentirse. Ser reconocidas.
Mystic Gypsy nació de ese camino. No es solo un negocio, es una forma de honrar todo lo que he aprendido a través del Aire , el fuego, la tierra y el océano. Una manera de devolver un poco de la magia, la sanación y la vitalidad que he tenido la suerte de experimentar.


Llamado del Mar
Siempre me he sentido como una sirena y no pasó mucho tiempo antes de empezar a trabajar con conchas. Quería recolectarlas con mis propias manos, de las playas que recorro durante mis viajes. Se sentía más real. Casi sagrado.
Del Mar con Respeto
Me costó tomar esa decisión. Sé que recoger conchas de la playa tiene un impacto ambiental. Por eso, soy transparente sobre la procedencia exacta de cada una.
Gran Significado
Para apoyar los ecosistemas que me han formado, me uní a una organización llamada Nosotras y el Mar, que trabaja en la protección del ecosistema marino a través de acciones de conservación y proyectos de conciencia ambiental. El 10% de todas las ventas de piezas con conchas se destinan directamente a sus esfuerzos.
marea tras marea

01
Llamado del Mar
Siempre me he sentido como una sirena y no pasó mucho tiempo antes de empezar a trabajar con conchas. Quería recolectarlas con mis propias manos, de las playas que recorro durante mis viajes. Se sentía más real. Casi sagrado.
02
Del Mar con Respeto
Me costó tomar esa decisión. Sé que recoger conchas de la playa tiene un impacto ambiental. Por eso, soy transparente sobre la procedencia exacta de cada una.
Gran significado
Para apoyar los ecosistemas que me han formado, me uní a una organización llamada Nosotras y el Mar, que trabaja en la protección del ecosistema marino a través de acciones de conservación y proyectos de conciencia ambiental. El 10% de todas las ventas de piezas con conchas se destinan directamente a sus esfuerzos.
